Datos
Nombre Veronica
Edad 21 años
Raza Guepardo
Oficio Atleta
Ubicación Burgos

Biografía

Veronica es una guepardo nacida en la acogedora ciudad de Burgos, donde desde pequeña mostró una energía inagotable. Su madre, una mujer que siempre se sintió orgullosa de la felicidad que su hija emanaba, veía cómo Veronica convertía cada rincón de la casa en una pista de carreras improvisada. Con su cuerpo ágil y su sonrisa de oreja a oreja, parecía que nada podía detenerla. En los primeros años de su vida, para ella, lo más importante era el simple acto de correr: correr tras una pelota, correr detrás de su sombra, correr por el solo placer de sentir el viento en su cara.

A medida que fue creciendo, sus piernas se fueron fortaleciendo gracias a esa energía y entusiasmo constante. Veronica desarrolló una velocidad natural que pronto superó los límites de su entorno familiar. Sus padres no podían dejar de asombrarse al ver cómo su hija, sin esfuerzo, se adelantaba a los niños mayores en las carreras del barrio. Pronto, la idea de que Veronica podría convertirse en una atleta empezó a tomar forma en la mente de su madre, quien, aunque modesta, soñaba con ver a su hija destacarse en algo que la hiciera sentir realizada. Pero para Veronica, no se trataba de cumplir sueños ajenos, sino de encontrar la satisfacción en su propia habilidad y en la sensación de libertad que le daba el correr.

Cuando llegó a la adolescencia, su pasión por el deporte se intensificó. Veronica ya no solo corría por diversión; ahora entrenaba con disciplina. Estaba convencida de que tenía algo especial, un don que podía aprovechar. Mientras muchos de sus compañeros de clase se distraían con otras actividades, ella dedicaba horas a perfeccionar su técnica. No solo era rápida, sino extremadamente técnica: aprendió a controlar cada aspecto de su cuerpo durante las carreras. Sabía cómo tomar la postura perfecta para un inicio explosivo, cómo mantener la respiración controlada y cómo gestionar la fatiga durante los entrenamientos más exigentes.

En el instituto, Veronica empezó a brillar en las clases de educación física. Los profesores, que la observaban con atención, pronto comenzaron a animarla a participar en competiciones locales. En un principio, Veronica dudó. Sabía que su habilidad para correr era impresionante, pero también sabía que competir implicaba mucho más que solo velocidad. No obstante, el apoyo de sus profesores y compañeros fue inquebrantable, y la animaron a participar. Los primeros torneos locales fueron una revelación: Veronica no solo ganaba, sino que arrasaba. Su dominio sobre la pista era absoluto. En poco tiempo, su nombre comenzó a sonar en el ámbito local, y la comunidad deportiva empezó a ponerle atención.

Fue entonces cuando conoció a Marina, una entrenadora profesional que la vio entrenar en una de sus competiciones y que se ofreció a guiarla hacia un futuro más allá de lo que ella misma había imaginado. Marina no solo le enseñó estrategias más avanzadas, sino que también la impulsó a adoptar una mentalidad más fuerte, a creer en su propio potencial. Juntas entrenaron incansablemente, mejorando cada vez más su resistencia, perfeccionando su técnica, y puliendo cada detalle que podría marcar la diferencia en los grandes escenarios. Con el tiempo, Veronica fue invitada a formar parte de la selección española de atletismo, y su sueño de representar a su país en los Juegos Olímpicos parecía cada vez más cercano.

Pero entonces, el T-Day cambió todo.

Era el día más importante de su carrera. Veronica se encontraba en plena preparación para la prueba definitiva que podría asegurarle su plaza en los Juegos Olímpicos. Había entrenado durante años para este momento. Era su oportunidad, su vida había estado construida para este instante. Sin embargo, el mundo estaba a punto de enfrentar lo impensable: el estallido del T-Day.

En ese día fatídico, una nube de gas rosa invadió la ciudad, afectando a todas las fursonas que se encontraban en su camino. Veronica, como muchos otros, inhaló una buena cantidad de gas sin siquiera comprender lo que estaba sucediendo. El proceso fue casi instantáneo. En cuestión de minutos, su cuerpo comenzó a transformarse. Creció de forma descomunal, hasta alcanzar los 4,57 metros de altura, y lo que antes era una figura atlética, ahora se convirtió en una imponente giganta. Su cuerpo, que siempre había sido una máquina perfecta para la velocidad, se volvió incluso más fuerte y veloz que antes. Para empeorar las cosas, sus genitales, anteriormente femeninos, fueron reemplazados por un miembro masculino, una alteración que la sumió aún más en un mar de confusión.

En los días posteriores a su transformación, Veronica experimentó una mezcla de emociones abrumadoras: ira, tristeza, desesperación. Había trabajado toda su vida para llegar a los Juegos Olímpicos, y ahora se encontraba con un cuerpo que le resultaba extraño, diferente. No solo había perdido su habilidad para competir en igualdad de condiciones, sino que también sentía una desconexión profunda con su propio ser. A pesar de la atención mediática que su transformación había generado, ella solo deseaba que todo volviera a la normalidad. El dolor de ver su sueño desmoronarse era casi insoportable.

El resentimiento hacia SinCorp —la corporación responsable del T-Day— creció rápidamente en su corazón. No solo sentía que su vida había sido destrozada, sino que también no podía comprender cómo el mundo parecía seguir adelante, mientras ella luchaba por encontrar su lugar en este nuevo entorno. Los entrenamientos ya no tenían sentido; la forma en que su cuerpo había cambiado hacía que ya no pudiera mantener el ritmo que antes tenía.

Sin embargo, la esperanza llegó de una manera inesperada. Después de varios meses de inactividad, el Comité Olímpico Internacional, reconociendo el impacto global de las gigantas en el mundo del deporte, contactó a Veronica. Aunque no podía competir en igualdad de condiciones debido a su tamaño, querían que ella se convirtiera en un símbolo del atletismo y una figura de inspiración para todos los atletas, no solo en España, sino en todo el mundo. Su historia de superación, su lucha contra el destino y su habilidad para adaptarse a las circunstancias se convertirían en el mensaje de los Juegos Olímpicos de ese año.

Aunque inicialmente Veronica no entendió por qué la elección recayó sobre ella, pronto comprendió que su nueva posición le ofrecía algo aún más grande: la oportunidad de ser un ícono mundial, un modelo a seguir. La invitaron a participar en las ceremonias inaugurales de los Juegos Olímpicos, a realizar demostraciones de velocidad, e incluso a portar la llama olímpica, un honor que jamás habría imaginado. En esos momentos, mientras corría con la llama, Veronica sintió que había encontrado un nuevo propósito.

No era la corredora que había soñado ser, pero se convirtió en un símbolo del deporte internacional. Dejó de ser una competidora para convertirse en una inspiración, no solo para otros atletas, sino también para aquellas personas que, como ella, se enfrentaban a cambios drásticos en su vida. Veronica había aprendido a adaptarse, a encontrar un nuevo propósito, y a seguir adelante, demostrando que, aunque los sueños pueden cambiar, siempre hay una manera de seguir luchando por ellos.


Personalidad

Veronica es una guepardo extrovertida, energética y decidida. Desde pequeña, ha sido una fursona alegre, siempre con una sonrisa en su rostro y un amor incondicional por el deporte, especialmente por correr. Su naturaleza competitiva la impulsa a siempre dar lo mejor de sí misma, pero también es humilde, reconociendo la importancia de la disciplina y el esfuerzo en cada logro. A pesar de su fuerte carácter, Veronica es sensible y, cuando enfrenta dificultades, tiende a ser introspectiva y emocionalmente vulnerable, especialmente tras la transformación del T-Day. Aunque inicialmente resentida por su cambio, su capacidad de adaptación y su deseo de inspirar a los demás la llevan a encontrar un nuevo propósito como ícono del atletismo, combinando su fortaleza con un renovado sentido de responsabilidad y esperanza.


Curiosidades

Apariciones