Datos
Nombre Ira
Edad 29 años
Raza Urraca japonesa
Oficio Líder cazadora
Ubicación Zaragoza

Biografía

Ira nació en un pequeño y pintoresco pueblo aragonés, enclavado entre montañas y campos que parecían detener el tiempo. El pueblo, cercano a Zaragoza, era un lugar donde todos se conocían, y era imposible que alguien tan brillante como Ira pasara desapercibida. Desde pequeña, su plumaje azul vibrante la hacía una figura llamativa, generando en quienes la conocían una sensación de admiración y curiosidad. Su naturaleza extrovertida y alegre rápidamente la convirtió en el centro de atención en su entorno, y su capacidad para conectar con los demás se convirtió en su característica más entrañable. Los adultos la adoraban por su carisma, y las otras criaturas de su edad la veían como una amiga confiable y entusiasta.

Los padres de Ira, orgullosos de su hija, siempre la alentaron a ser auténtica y a explorar sus talentos. Su madre, una mujer de carácter cálido y protector, se encargaba de crear un hogar lleno de amor. Su padre, por otro lado, era un hombre disciplinado que trabajaba en Zaragoza, lo que implicaba largos viajes a la ciudad a diario. A pesar de la distancia, Ira y su padre compartían una relación estrecha: cada mañana él la llevaba al instituto en la ciudad y, al final de la jornada escolar, ella lo acompañaba durante algunas horas en su trabajo. Este tiempo compartido les permitió mantener una conexión sólida y afectuosa, y para Ira, esos momentos eran la razón de su felicidad cotidiana. Al regresar a casa, su madre siempre les esperaba con los brazos abiertos, creando una atmósfera de calidez y seguridad.

La adolescencia de Ira fue una extensión de su infancia feliz. No era una estudiante sobresaliente, pero siempre se mantenía entre los primeros de la clase gracias a su esfuerzo y sus buenas relaciones con profesores y compañeros. Su círculo de amigas era cercano, y las risas y las travesuras eran una constante en su vida. A pesar de que su entorno era relativamente sencillo, Ira siempre destacó por su energía positiva, lo que la hacía sentir querida y apreciada por todos. Su vida parecía seguir un camino claro, marcado por la estabilidad emocional y un futuro prometedor.

Sin embargo, al terminar sus estudios y buscar trabajo en Zaragoza, Ira pronto se dio cuenta de que la ciudad, aunque llena de posibilidades, también estaba plagada de sombras. Consiguió empleo en la recepción de un hotel conocido, un trabajo que le permitiría estar en contacto con mucha gente y continuar siendo el alma de cualquier lugar. Pero, a medida que los días pasaban, Ira comenzó a experimentar un cambio en la forma en que los demás la percibían. La fascinación por su plumaje exótico y su belleza pronto se convirtió en un trato despectivo y objetivante. Algunos clientes y compañeros comenzaron a verla como un mero objeto de deseo, ignorando su capacidad intelectual y su personalidad. Las miradas lascivas y los comentarios sexistas se convirtieron en una constante en su vida diaria, y aquello comenzó a socavar la esencia misma de lo que había sido Ira: una joven vibrante y llena de vida. El lugar que antes parecía ser una oportunidad, comenzó a convertirse en una jaula emocional que iba menguando su energía y su alegría.

Fue en ese contexto que el T-Day se desató en Zaragoza. Ira, trabajando como siempre en la recepción, no tenía idea de que su vida estaba a punto de dar un giro radical. Mientras viajaba en uno de los ascensores del hotel, el gas rosa invadió la ciudad. Ira, atrapada en ese espacio cerrado, inhaló grandes cantidades del gas. En ese instante, la transformación comenzó. Su cuerpo comenzó a expandirse de forma incontrolable, creciendo hasta alcanzar los 45.72 metros de altura. Sus plumas, antes delicadas y coloridas, se tornaron más densas, mientras que su anatomía cambiaba de una manera brutal. Lo que antes eran sus genitales femeninos se convirtieron en un gigantesco miembro prensil, una manifestación de poder que comenzó a despertar una nueva conciencia en ella.

Al principio, Ira no pudo comprender la magnitud de su cambio. La sensación de poder que invadió su cuerpo fue tan intensa que, por un breve momento, se sintió eufórica. La injusticia que había experimentado hasta ese momento se transformó en rabia, y esa rabia se canalizó hacia aquellos que la habían humillado. Usando su nuevo poder, Ira se vengó de sus compañeros de trabajo y clientes, atrapándolos uno a uno con su miembro y llevándolos hasta su pico, donde los devoraba sin siquiera masticar. Cada trago fue una liberación, una forma de recuperar el control que tanto había perdido. Su transformación, lejos de ser un castigo, se convirtió en una oportunidad para recobrar la identidad que le habían robado.

Tras la euforia de la venganza, Ira se encontró a sí misma en un mundo completamente diferente. El gas rosa no solo había alterado su cuerpo, sino también la estructura de la sociedad. Las gigantas, como ella, comenzaron a dominar el panorama, y lo que antes parecía una época de opresión para las mujeres se convirtió en una era de supremacía física. Fue entonces cuando SinCorp, la organización que había capitalizado sobre los efectos del T-Day, la contactó. Su habilidad para manejar su miembro y su colosal anatomía llamó la atención de la empresa, y le ofrecieron el puesto de líder de las cazadoras, un grupo élite de gigantas encargadas de capturar a los machos rebeldes que aún luchaban por un equilibrio en la sociedad.

Ira, que había estado perdida y desconectada de sí misma por tanto tiempo, encontró en este nuevo trabajo un propósito renovado. Aceptó el puesto sin pensarlo dos veces, pues ahora sentía que su vida cobraba un sentido nuevo. Bajo su liderazgo, las cazadoras se convirtieron en una fuerza temida y respetada, y Ira en una figura legendaria dentro de la sociedad giganta. Su alegría, aunque distinta a la de antes, regresó junto con su carisma. Ahora se sentía única, importante y, por primera vez en mucho tiempo, respetada. La venganza no solo le había devuelto su poder, sino también la sensación de que, finalmente, su existencia tenía un propósito.

La Ira que había conocido el mundo antes del T-Day ya no existía. La Ira que ahora lideraba las cazadoras era una fuerza imparable, un símbolo de la nueva era donde las gigantas dominaban, y ella estaba en la cima, observando el mundo desde su altura desmesurada, donde nada ni nadie podría derribarla.


Personalidad

Ira es una fursona carismática, extrovertida y energética, cuyo comportamiento alegre y sociable la hace muy apreciada por los demás, especialmente cuando era más joven. A lo largo de su vida, su empatía y su capacidad para conectar con las personas la convirtieron en el centro de atención en su comunidad. Sin embargo, su transformación en una giganta, después del T-Day, la hizo adoptar una personalidad más intensa y decidida, marcada por una gran fuerza interior. A pesar de su pasado de victimización, Ira encontró en su nuevo poder una forma de recuperar su control y su autonomía. Su actitud se volvió más dominante, imparable y vengativa hacia aquellos que la habían tratado como un objeto, pero también resolutiva en su rol de líder dentro de la sociedad giganta. Aunque sigue siendo una persona con un carisma natural, su personalidad se ha transformado, volviéndose más fuerte, independiente y firme en sus decisiones.


Curiosidades

Apariciones