
Biografía
Hannah nació en Puerto de la Cruz, una pequeña ciudad costera en la isla de Tenerife, una de las Islas Canarias, conocida por sus paisajes volcánicos y su exuberante vegetación tropical. Desde su infancia, siempre mostró una relación especial con la naturaleza que la distinguía de los demás niños. Criada en un hogar modesto, su familia vivía cerca del mar y rodeada de montañas, lo que le permitió experimentar de primera mano la belleza y vulnerabilidad del entorno natural. Sus primeros recuerdos son de paseos por la playa, observando las formaciones rocosas y recogiendo conchas, y más tarde, de excursiones por los bosques y campos donde pasaba horas aprendiendo sobre las plantas y animales autóctonos de la isla.
A medida que crecía, su amor por la naturaleza solo se intensificó. En un lugar donde la preocupación por el ecosistema no era común entre sus amigos, Hannah se convirtió en una rara excepción. Mientras otros niños jugaban a videojuegos o se interesaban por el fútbol, ella pasaba el tiempo libre cultivando su propio jardín de plantas endémicas, rescatando pequeños animales heridos, y realizando investigaciones sobre las especies locales. Era una niña con un conocimiento asombroso sobre los ecosistemas, y se le podía encontrar en los rincones más alejados de la isla, entre acantilados y bosques frondosos, aprendiendo de la naturaleza de manera autodidacta. En el instituto, su pasión por las plantas y los animales era tan evidente que rápidamente se ganó el apodo de "la friki de las plantas," algo de lo que nunca se sintió avergonzada, al contrario, estaba orgullosa de ser vista como alguien diferente. Aunque algunos compañeros la miraban con curiosidad, otros se burlaban, pero a ella no le importaba, ya que sabía que su propósito era más grande que cualquier etiqueta.
Su actitud hacia el medio ambiente era firme: estaba dispuesta a proteger la flora y fauna de su isla a toda costa. Había tenido peleas con amigos y desconocidos por cuestiones tan simples como proteger un árbol que iban a talar para hacer espacio a un nuevo desarrollo o salvar un nido de aves en peligro de ser destruido. Hannah no dudaba en enfrentarse a quienes, por ignorancia o desinterés, dañaban el entorno natural. Era una defensora incansable, dispuesta a luchar, incluso a riesgo de su propio bienestar, por las pequeñas criaturas y las plantas que consideraba sus amigos.
El giro en su vida ocurrió durante uno de sus paseos más habituales por las rocas costeras. Era un día despejado, y Hannah estaba examinando las algas marinas que crecen entre las grietas, buscando especies raras, cuando de repente, el cielo sobre la isla se tiñó de un inusual resplandor rosa. Sin previo aviso, una explosión de gas rosa cubrió el paisaje, envolviendo todo a su alrededor. El gas era denso y su aroma era extraño, un químico que nunca había sentido antes. Antes de que pudiera reaccionar, el gas la envolvió por completo, y sintió cómo su cuerpo comenzaba a perder el equilibrio. En un instante, resbaló en las rocas mojadas y cayó al agua.
Sumergida en el agua fría, sintió una presión creciente en su cuerpo, como si algo cambiara a nivel celular. Su altura se disparó, su cuerpo se alargó y fortaleció de manera dramática, hasta que emergió del agua convertida en una imponente giganta de 4,88 metros. En ese proceso, algo aún más extraño ocurrió: sus genitales femeninos desaparecieron y fueron reemplazados por genitales masculinos, lo que le dio una nueva identidad física que nunca habría imaginado. Aterrada y confundida, pero también consciente de que algo muy poderoso acababa de ocurrir, Hannah permaneció en silencio por un momento, mirando su nuevo cuerpo con asombro.
Al salir del agua, ya no era la chica que amaba las plantas y luchaba por su protección: ahora era una fuerza de la naturaleza en sí misma. Su transformación le dio una fuerza abrumadora y un nuevo sentido de poder, que no solo cambió su físico, sino también su propósito. Lo que antes era un esfuerzo individual para proteger el mundo natural, ahora podía hacerlo con una presencia que nadie podría ignorar. Su conexión con la tierra se intensificó, y podía sentir la vibración de los ecosistemas a su alrededor, como si el viento y las olas le hablaran.
El mundo ya no era el mismo. La sociedad giganta había tomado forma, y con ella, las luchas por la preservación del medio ambiente se hicieron más urgentes. Hannah se convirtió en un símbolo de la lucha contra el cambio climático, alguien con el poder de influir y hacer que su voz se escuchara en un mundo en el que las amenazas ecológicas eran cada vez mayores. Con su nueva forma, no solo podía marchar por las islas, sino también abogar por políticas ecológicas más efectivas a gran escala. Las organizaciones ecologistas, como Greenpeace, rápidamente la apoyaron, reconociendo el impacto que podía tener en la concienciación mundial sobre la crisis ambiental.
Hoy, Hannah es conocida como una defensora feroz de la naturaleza, capaz de levantar montañas (literalmente) en su esfuerzo por proteger lo que queda de los ecosistemas del mundo. Su legado va más allá de las islas Canarias: su mensaje ha llegado a todas las partes del mundo, y se ha convertido en una líder indiscutible dentro de los movimientos ecológicos, demostrando que la pasión por la naturaleza, cuando se combina con poder real, puede provocar un cambio profundo.
Personalidad
Hannah es apasionada, valiente y profundamente conectada con la naturaleza. Desde pequeña, ha sido una defensora inquebrantable del medio ambiente, sin temor a enfrentarse a cualquiera que amenace los ecosistemas que tanto ama. Es tenaz y orgullosa de su identidad, aceptando con determinación los desafíos y las burlas de quienes no comprenden su causa. Tras su transformación en giganta, ha canalizado su nueva fuerza en una misión aún más firme: proteger y luchar por la naturaleza a una escala global. A pesar de su poder imponente, sigue siendo empática y compasiva, viendo la belleza en cada criatura y planta que protege.