
Biografía
Anna nació en Bilbao, hija de una pareja tan inusual como tempestuosa. Su madre, una hiena de espíritu indomable, vivía y respiraba heavy metal, mientras que su padre, un dingo alcohólico, pasaba más tiempo en los bares que en casa. Desde su más tierna infancia, el hogar de Anna fue cualquier cosa menos tradicional. En lugar de canciones infantiles, su cuna estaba rodeada de los potentes riffs de guitarras y la voz rasgada de vocalistas de bandas como AC/DC, Metallica y Queen. Mientras otras niñas jugaban con muñecas y soñaban con cuentos de hadas, Anna estaba fascinada por la potencia de los amplificadores y las historias que su madre le contaba sobre las leyendas del rock.
Al crecer, Anna absorbió la esencia rebelde de su madre. Para ella, la música no era solo entretenimiento, sino una forma de vida. En su adolescencia, adoptó una apariencia dura y sin concesiones. Siempre vestía camisetas negras de sus bandas favoritas, jeans rotos y botas de cuero, proyectando una imagen que la distinguía de sus compañeras de clase. Su atracción hacia otras chicas se manifestó en esa etapa de autodescubrimiento, y aunque en ocasiones fue motivo de burlas o incomodidad para los demás, Anna nunca dudaba en defenderse. De hecho, cuando la provocaban, respondía con una violencia que a menudo sorprendía por su ferocidad. Pero su madre, lejos de verla como un defecto, lo celebraba con orgullo. "Tienes que ser fuerte en este mundo, Anna", le decía, "más fuerte que los machos que intentan dominarte".
El carácter rebelde de Anna no solo se limitaba a su actitud, sino también a su visión de la vida. A los 17 años, decidió que no necesitaba los estudios para sobrevivir. Independiente y determinada, abandonó el instituto y se mudó a un pequeño apartamento que le alquiló su tía, la hermana de su madre. Este apartamento, ubicado sobre un bar de rock, se convirtió en su refugio. Pronto, Anna comenzó a trabajar en el bar, donde encontraba una clientela afín: gente ruda y apasionada por la música, el alcohol y la vida nocturna. En poco tiempo, convirtió el local en un punto de encuentro exclusivo para los amantes del rock más puro y de la cerveza bien fría. En su hogar, las reglas las ponía ella, y solo aquellos que compartían su amor por el heavy metal podían entrar.
Pero su vida tomó un giro inesperado tras un accidente de moto. Una noche, regresando de una fiesta, Anna perdió el control de su motocicleta y sufrió una caída que le dejó una lesión leve en la pierna. Fue ingresada en el Hospital Basurto, donde su vida cambiaría para siempre. Mientras se recuperaba, ocurrió el fenómeno conocido como Transformation Day o T-Day. Una nube de gas rosa, de origen desconocido, descendió sobre Bilbao, afectando a miles de personas. Anna fue una de las afectadas.
El proceso fue aterrador. Sintió cómo su cuerpo empezaba a expandirse, los huesos y músculos estirándose dolorosamente mientras su estatura aumentaba de manera grotesca. Pasó de medir 1.72 metros a alcanzar una imponente altura de 3.66 metros. Pero ese no fue el único cambio. Sus genitales también sufrieron una mutación, siendo reemplazados por unos masculinos. A la confusión física se sumó una oleada de sensaciones incontrolables: un deseo sexual abrumador y una fuerza descomunal que la hacían sentirse casi sobrehumana.
Cuando todo terminó, y la nube se disipó, Anna era una giganta. Su nueva forma la llenaba de poder, pero también de una especie de hambre interna, una necesidad de dominar y ser la alfa en cualquier situación. A pesar de la transformación, Anna logró conservar su esencia. Continuaba siendo una amiga fiel, con un sentido del humor rudo y una pasión inquebrantable por el rock. Sin embargo, su nuevo tamaño y energía la hacían destacar aún más. Dondequiera que iba, llamaba la atención no solo por su altura, sino también por la actitud dominante que ahora emanaba.
Para las otras gigantas que también habían sido transformadas durante el T-Day, Anna se convirtió en una especie de leyenda viviente. Era el alma de todas las fiestas, la que encendía la música y hacía que todos los presentes se unieran a su ritmo. Su presencia magnética, su risa profunda y su carácter arrollador la hacían inolvidable. Lejos de sentirse avergonzada por su nuevo cuerpo, Anna lo abrazó con orgullo. Había encontrado una nueva forma de ser fuerte, una que combinaba su naturaleza feroz con su amor por la vida, la música y la libertad.
Hoy en día, Anna es una figura imponente, tanto física como emocionalmente. Sigue trabajando en el bar de su tía, ahora adaptado para acomodar a gigantas como ella, y sigue siendo una devota del heavy metal. Aunque su vida cambió radicalmente desde aquel día en el hospital, Anna sigue siendo, en el fondo, la misma chica dura que siempre fue: amante de la música, las chicas, la cerveza, y más fuerte que nunca, tanto por dentro como por fuera.
Personalidad
Anna es una chica fuerte, directa y sin complejos. Siempre ha vivido su vida bajo sus propias reglas, siendo ferozmente independiente y leal a sus amigos. Su amor por el rock y el heavy metal refleja su espíritu rebelde y su naturaleza apasionada. No teme al conflicto, y si es necesario, usa la violencia para defenderse o proteger a los suyos. Tras su transformación en giganta, su actitud dominante y su confianza se vieron amplificadas, lo que la convierte en el centro de atención donde quiera que vaya. A pesar de su imponente presencia, sigue siendo amistosa, divertida y el alma de cualquier fiesta.
Curiosidades
Apariciones
